viernes, 9 de enero de 2015

El Julio Scherer que murió de amor

Tumba de Susana Ibarra Puga (Foto: Agustín Velasco)
Rosalba despertó de súbito cuando sonó el celular. Del otro lado, Susana Scherer le informó con voz débil lo que unas horas antes ya habían vaticinado. “Rosi, mi papá ya se reunió con mi mamá”, le dijo.
"A mi me dio mucha tristeza, porque el señor era muy buena gente. Un día antes me habían llamado para decirme que vendría a hacer trámites al panteón porque don Julio ya estaba muy enfermito", platica Rosalba y se da pausas de algunos segundos para relatar anécdotas, como para darle veracidad a sus dichos.
Rosalba conoció a Julio Scherer hace algunos años, cuando el periodista la hizo su amiga en el Panteón Francés. Ella no sabia a quien tenía enfrente, para ella solo era Julio el enamorado.
"Venía a ver a su esposa (Susana Ibarra Puga) la quería mucho y la extrañaba más, se sentaban mucho rato en la tumba de enfrente a mirarla, a mirar su nombre inscrito en una placa. Luego se iba a dar vueltas por el panteón, a los nichos, a las tumbas", continúa Rosalba con los ojos llorosos.
Susana Ibarra de Scherer murió el 11 de junio de 1989, víctima de cáncer. Desde entonces Julio se entregó a sus hijos y a las visitas continuas al panteón donde descansa su amada.
"Le traía un arreglo de flores artificiales que cambiaba cada año en septiembre, mes del cumpleaños de ella. Le adornaba su tumba con más flores; eso sí, nunca venía solo, siempre con sus hijos", continúa Rosalba
“Me pedía que tuviera limpia la tumba de su esposa, le barría todo el pasillo para que él viniera a verla; incluso le mandó a hacer una pequeña banqueta para sentarse a recordarla”, relata.
Rosa es trabajadora del Panteón Francés y la tarde en que han enterrado a Julio Scherer García trae dos aretes distintos, uno de perla y el otro en forma de flor... los dos se los regaló don Julio.
"Una vez perdí el par de estos (enseña el de forma de flor) y me dijo: 'ni modo, ahora vas a tener que usar dos distintos' y me regaló los de perla"… “otro día me dijo: tu traes algo ¿qué tienes? te ves triste”.
A través de los años Rosalba y Scherer García forjaron su amistad.
“A mi hijo le regalaba suéters, a mi me ayudaba económicamente de vez en cuando. Me preguntaba ¿cómo andas, Rosalba? Y me daba dinero”, recuerda.
La mañana de este 7 de enero, cuando Susana Scherer le informó que su padre había fallecido, Rosalba se encargó de barrer los pasillos que llevan hasta la tumba de Susana, de limpiar la placa con su nombre, porque el enamorado iba a venir.
Los restos de Susana Ibarra de Scherer fueron exhumados y luego los volvieran a enterrar, pero esta vez con Julio.
16:30 horas. Cuatro trabajadores bajan el féretro con el cuerpo del periodista que se atrevió a preguntar “¿Por qué?” un día después de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968. Lo hacen despacio ante la mirada atónita de familiares del “decano del periodismo mexicano”, como lo ha llamado el diario El País.
Julio Scherer ha vuelto al panteón Francés después de un largo rato de no hacerlo. Pero ahora para reunirse definitivamente con Susana.
Desde lejos una Rosalba dolida se despide del enamorado.
“Qué bonito que ya estén juntos ¿no?”, balbucea Rosalba al borde del llanto.
El periodista definido por periodistas
Rafael Rodríguez Castañeda, director de la revista Proceso, semanario que en diciembre de 1976 fundó Scherer y que presidió durante 20 años, está seguro de que Julio no murió.
“No muere al morir... Deja una semilla firmemente puesta en aquellos medios, no muchos por desgracia, que creen que su filosofía del periodismo, su verticalidad, su honestidad profesional, su valentía, su compromiso sin concesiones en favor de la verdad, es digna de ser seguida”, afirma el periodista.
Rodríguez Castañeda no titubea al depositar su esperanza de que Scherer García siga viviendo en las nuevas generaciones.
“Más allá de su valor intrínseco a lo largo de su vida profesional es que dejen una escuela (...) Si las nuevas generaciones lo toman como ejemplo su partida no es una pérdida total”, afirmó.
Por su parte, Carmen Aristegui, resaltó la importancia de Scherer en la lucha por la libertad de expresión en el país.
“No se puede entender al país que somos en muchos sentidos, en su parte luminosa sin la existencia de Julio Scherer, sin su definitiva participación en el periodismo mexicano”.
La periodista recalcó también la característica cercanía de Scherer García con el poder.
"Una manera de ejercer a la prensa desde la perspectiva critica, independiente. Cercana para obtener información, pero lejana para procesarla en el trabajo cotidiano de poder. El gran hombre que entendió como pocos las entrañas de la complejidad mexicana", aseguró.
Raymundo Rivapalacios, lo definió como el símbolo más sólido de la prensa independiente en México.
“Fue una especie de piolet que martillaba todas las semanas el autoritarismo mexicano”, afirmó.
Julio Scherer murió a las 04:30 de la mañana de este 7 de enero de 2015, luego de dar batallas contra los problemas gastrointestinales que lo aquejaban desde hace dos años y que lo llevaron a estar hospitalizado al menos en dos ocasiones en ese lapso de tiempo.
El nieto de Hugo Scherer – un banquero alemán que llegó a México a mediados del siglo XIX para instalarse en la alta sociedad durante la dictadura de Porfirio Díaz– fue enterrado en la tumba que visitó durante 24 años. Don Julio cumpliría 89 años el próximo 7 de abril.
Scherer García dejó plasmada su pasión por el periodismo y por su esposa Susana, en los libros El poder: historias de familia; Estos años; Salinas y su imperio; Cárceles; Parte de Guerra, en coautoría con Carlos Monsiváis; Máxima seguridad; Pinochet, vivir matando; Tiempo de saber: Prensa y poder en México, en coautoría con Carlos Monsiváis; Los patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia; El perdón imposible (FCE) (Versión ampliada de Pinochet, vivir matando); El indio que mató al padre Pro; La pareja; La terca memoria; La reina del Pacífico; Allende en llamas; Secuestrados; Historias de muerte y corrupción; Calderón de cuerpo entero; Vivir; y Niños en el crimen.

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