lunes, 14 de octubre de 2013

Mariguana: retos de la legalización / Por Roberto Morris

The soft minded man always fears change. He feels security in the status quo, and he has an almost morbid fear of the new. For him the greatest pain is the pain of a new idea…There is little hope forus until we become tough minded enough to break loose from the shackles of prejudice, half truths and downright ignorance.” - Martin Luther King Jr., Strength to Love
El problema no es la mariguana, es la prohibición. Más allá de moralismos y argumentaciones mal armadas, no hay razón por la cual sostener los tratados y leyes internacionales que urgen a vivir en un mundo sin drogas. Desde que se firmó en 1961, la Convención Única sobre Estupefacientes de Organización de las Naciones Unidas (ONU), el mundo ha visto un incremento en 300% en el uso de drogas[1], ha sido testigo de fracasos épicos en políticas de control de estupefacientes y constatado como el erario público se despilfarra absurdamente en la mitigación de una situación que nosotros mismos creamos. Contrario a lo que pudiera pensarse, en el 2010, un estudio multifactorial publicado en The Lancet, revista académica de salud pública, que luego fue reportado por The Economist[2], mostró cómo el alcohol es el estupefaciente que más costo social e individual genera; y reveló que el tabaco ocupa el 6º lugar y el cannabis, es decir la mariguana, el 8º.

Con estos antecedentes, es esperanzador que actualmente políticos, intelectuales y activistas de todas las ideologías, estén haciendo un frente común para empujar una agenda anti prohibicionista. Sin embargo, para la realización de una propuesta de legalización realmente viable, es necesario tomar en cuenta distintos factores contextuales propios de nuestro país que pueden diferenciar una propuesta de política pública seria y tropicalizada a la realidad mexicana de una mera articulación liberalizadora, y con ello, incrementar las posibilidades de cambiar el pensar actual sobre la materia. Tomando esto en cuenta, los siguientes puntos expuestos no deberían ser vistos como obstáculos, sino como retos a vencer en esta lucha.

El tema de control de venta en países desarrollados es sencillo y se adecua perfectamente al esquema de mercado. Generalmente se establece que existirán puntos de venta operados por el gobierno, o que se utilizará un sistema de menudeo regulado bajo normas similares a la de otros productos para personas mayores de edad. Sin embargo, en un país como México, que no es capaz de controlar la venta de alcohol y tabaco a niños menores de edad[3], ni ha podido actuar decididamente en la distribución ilegal de estos productos ¿Qué medidas podrían proponerse para que no suceda lo mismo con la mariguana?

Si bien podría sugerir como una condicionante que primeramente se controle de manera satisfactoria las actuales drogas legales, antes de introducir nuevas sustancias al público; me parece que si el diálogo sobre la legalización y regulación de la mariguana se da dentro de un marco de salud pública y de libertad individual, este tema es inaplazable.

Cada sustancia tiene sus propias implicaciones. La mariguana tiene la particularidad de ser una sustancia que altera el comportamiento individual (como el alcohol), pero que no genera las conductas violentas que podrían asociarse al primero; y por otro lado, su uso sí puede afectar a terceros, es decir, a través del humo de segunda mano, con espacios públicos controlados –como con el tabaco- se resuelve. Dadas estas características, sería importante establecer umbrales estudiados sobre el deterioro de capacidades de usuarios, específicamente para saber si los usuarios de drogas se encuentran en condiciones para manejar u operar maquinaria, por ejemplo.

Sin embargo, la clave por la que el tema se encuentra actualmente rezagado, es por la importancia en este debate sobre las capacidades del sistema de salud pública de tratar a personas con adicciones, o incluso de prevenirlas entre la población joven. Según la Primera encuesta de usuarios de drogas ilegales en la Ciudad de México[4], hay un déficit importante de conocimiento sobre centros de atención a adicciones entre personas que toman drogas. A nivel conocimiento, las oficinas de Alcohólicos Anónimos son las más conocidas con un 30% de reconocimiento, y sólo 9.6 % de los encuestados conoce los Centros de Integración Juvenil (CIJ), aparte de un 1.8% que conoce algún otro centro de atención gubernamental. Si a esto se suma que la misma Comisión Nacional Contra Adicciones (CONADIC) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), admiten que las clínicas para atención de adicciones del gobierno están en estados deplorables, es urgente incrementar la capacidad gubernamental para atención y prevención de adictos.

Hay muchas personas como yo, que aunque seamos anti drogas en lo personal, estamos más que dispuestos a legalizarlas; sin embargo, necesitamos la seguridad de que esta legalización sea de una manera inteligente y consecuente. De manera que los activistas a favor de la legalización y regulación de la mariguana comiencen a tomar en cuenta estos puntos finos, y se comuniquen entre los sectores que históricamente se oponen al tema, se podrá avanzar a una propuesta viable de política pos prohibición que estoy seguro contribuirá a un México más saludable y con mayor bienestar, pero sobre todo, con más libertades.

Twitter: @RobertoMorris

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