miércoles, 10 de julio de 2013

Las carreteras del terror

Los reportes señalan que en la carretera 80, que va de Ciudad Mante a González, desde el año 2011 se ha desatado una carnicería entre las huestes del llamado cártel del Golfo, y la banda paramilitar de los Zetas, que tienen a esta ruta, en lo que va del 2013, como una de las más letales para los foráneos que transitan por ahí. La 85 que va hacia ciudad Valles, no ha estado exenta, pero no ha sido tan recurrida en los últimos meses. Esta región es una zona de colindancia al sur de Tamaulipas, entre los territorios que dominan uno y otro grupo, donde su disputa sangrienta, con episodios en los que ha predominado el terror como estrategia de propaganda, ha inundado la red con videos de hombres que aparecen hincados, sin camisa, vendados de los ojos, en ocasiones junto a mujeres desnudas, y en otras, con niños que apenas si controlan su terror. Todos ellos son decapitados a sangre fría y delante de la cámara, a golpe de machete una y otra vez, son destazados. Es la estetización del horror como concepto de una crueldad que paraliza al espectador.

También es la barbarie como mensaje, un código criminal directo y sin tapujos en el que la sinrazón y la lógica del miedo, atizan el espectáculo donde lo humano fenece ante la locura desbordada de lo macabro. En ninguna otra ruta del país llegó a pasar, o al menos no en las dimensiones en que se han registrado, lo que aquí sucede. En otras vías igual de peligrosas en territorio tamaulipeco como la Ribereña, que comunica los municipios de la llamada frontera chica cercanos al río Bravo como Reynosa, Díaz Ordaz y Nuevo Laredo, los plagios y balaceras han sido la tónica. Las imágenes de individuos que hayan sido capturados por sus contrarios y asesinados a sangre fría, son menos en comparación a los que en últimas fechas vienen datados en Mante o González.

El espectáculo de lo que ocurre en las carreteras locales de Tamaulipas, son el microcosmos de lo que pasa y ha sucedido desde 2006 en otros caminos del país. ¿Algún conductor se atrevería a manejar un auto con placas de Sinaloa en la carretera que va de Nuevo Laredo a Matamoros pasando por Reynosa? Hasta hace 12 años no había problema, hoy es un acto suicida.

En otros puntos del país, por estos días, la precaución es muy alta para quienes se atreven a recorrer el tramo de Teloloapan a Ciudad Altamirano, a la entrada y durante la ruta que atraviesa la Tierra Caliente de Guerrero. La regla no escrita dicta que se tiene que hacer de día y de preferencia con personas conocidas o en su caso, en un autobús de línea que haga el trayecto sin paradas intermedias. Quienes lo hacen de noche, por lo regular, conocen y en ocasiones son conocidos, saben cómo, y han terminado por manejar los sobresaltos de esos caminos.

Hubo un tiempo durante la segunda mitad de los años 90, donde se decía que comparada con otras corporaciones, la Policía Federal de Caminos era de las menos corruptas del país. Su academia en San Luis Potosí, donde se graduaban jóvenes que entraban con estudios de bachillerato como requisito, la pulcritud y cierta preparación escolar de quienes la conformaban, le dan un aire de respetabilidad que nunca tuvo su sucesora, la división “caminos” de la Policía Federal. Por el contrario, con Genaro García Luna como mentor, la Policía Federal ha quedado como la síntesis de la corrupción e impunidad que permea las corporaciones de seguridad del país. Un reflejo son las rutas y caminos donde son cómplices por omisión o participación con la delincuencia.

La carretera que va de Sinaloa de Leyva a Choix, y la que comunica éste municipio con Guasave, en el norte de Sinaloa, ha sido escenario de ataques de comandos armados a todo aquello que parezca policía estatal. Las emboscadas y balaceras, han sido atribuidos a las huestes de Fausto Isidro Meza, conocido con el alias del “Chapo Isidro”, jefe de uno grupo que lidera Héctor Beltrán Leyva “El H”, quienes pelean esta región a Joaquín Guzmán e Ismael Zambada, quienes presuntamente tienen de su lado a la corporación estatal. La incidencia contra la población y el transporte público ha disminuido en los últimos dos años en esta zona, pero los episodios que han ocurrido han sido dolorosos y han enervado a la sociedad de esta región sinaloense. Hace un par de años, un par de chicas que estudiaban medicina fueron plagiadas cuando se dirigían a la ciudad de Culiacán a la universidad en su auto particular, sus cuerpos aparecieron semanas más tarde en un paraje, semienterradas, y con huella visibles de haber sido ultrajadas.

Una de las carreteras más letales y poco transitables, salvo para los habitantes de la zona que se juegan la vida de manera literal cuando lo hacen, es la que comunica el municipio serrano de Guadalupe y Calvo, en pleno Triángulo Dorado del lado de Chihuahua, con Guachochi, en la zona de la Tarahumara baja. Retenes de grupos armados son visibles desde que se sale de uno u otro municipio, esta ruta quedó marcada hace poco más de un año cuando un grupo de maestras rurales fueron asesinadas en uno de estos puestos controlados por pistoleros, no se supo si del llamado cartel de Juárez o sus enemigos del cartel de Sinaloa.

La paciencia de la población rural ha hecho que este tipo de actos sean uno de los motivos, de varios, para armarse y crear grupos de autodefensa. Así pasó con los poblados que se encuentran a orilla de la carretera que va de Apatzingán a Tepalcatepec. Al cobro de extorsiones, se le sumó a principios de año para detonar el hartazgo social, el pago de cuotas por pasar vehículos con mercancía rumbo a Buenavista Tomatlán y Coalcomán.

El fenómeno del terror a través de los mensajes que se envían los grupos armados, que se ha desbordado en la ruta que comunica Mante con González en Tamaulipas, ha mutado de diferentes formas en otras regiones del país. La más emblemática ha sido a través de los grupos de autodefensa en Guerrero y Michoacán. Cuando la sociedad no alcanza a organizarse y existe ese vació de autoridad civil constituida, la población más afectada resulta ser la de las zonas serranas de Chihuahua y en ciertas partes del lado Sinaloa y Durango. Cómo se vive la vida, diría el escritor Ricardo Garibay, a orillas de estos caminos de la muerte.

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